Mi primera experiencia con Ms. Angela Gheorghiu se remonta al año 2005, cuando la diva rumana fue contratada en Barcelona para debutar con dos funciones “de lujo” de Elisir d’amore. La diva se presentó, hizo confeccionarse un vestuario diferente a todas las demás Adinas de esta producción, se inventó unos movimientos escénicos ad hoc, cantó una función y canceló la otra. Las anulaciones han sido una constante en la carrera de la cantante; en realidad, su enorme fama se debe más a los escándalos, espantadas y cancelaciones, así como a la rumorología más diversa, que a sus prestaciones reales sobre el escenario.

Escuchamos a Ms. Gheorghiu en “Prendi, per me sei libero”, prácticamente la única pieza de cierto compromiso para Adina y que no debería suponer ningún problema para una soprano de naturaleza lírica. Sin embargo, el grave resulta grotesco, ensanchado, vulgar; los agudos  abiertos y casi gritados; las agilidades aproximativas y dificultosas; sólo en el centro hay una cierta consistencia, pero cuyo impacto se ve reducido por una emisión nunca completamente liberada que impide la fácil proyección de la voz y la libre resonancia de la misma. Nada, pues, incluso en un papel sencillo como Adina, consigue expiar la dicción y el porte escénico afectados y auto-exhibicionistas. Nada consigue justificar los injustificables ataques de divismo, la falta de profesionalidad ni el elevadísimo caché de la cantante rumana.

Nicolai Ivanoff