Le cronache di Gayarre: AIDA en el Teatro Real sin la titular.

Aida
Teatro Real
9 de marzo 2018

Habiendo visto las fotos de la producción, que de manera clásica trataba representar el Egipto de los Faraones, iba al Teatro con renovadas ilusiones. Por una vez la puesta en escena no iba a suponer un problema. Hugo de Ana es una apuesta segura que en el Real ha demostrado su valía, lo que agradecemos y mucho. Una Aida con preciosas imágenes, luces que ayudan y una puesta fácil de seguir, con proyecciones del fondo que eran maravillosas y daban la sensación de estar en el Valle de los Reyes.
Si a la escenografía que funciona perfecta, unimos un coro que también funciona, ya estamos más cerca de la función. Pero hay papeles que cantar y se necesitan 6 voces que no desentonen, y empieza a caerse hasta el decorado.
Empiezo con la titular Aida, Csilla Boross, cantante que por momentos pensé que se daría un aviso de enfermedad, pero no fue así, lo que quiere decir que no es mejor que esto. Incapaz de seguir el papel, voz gruesa, de fiato corto y sin saber lo que es un filado, una voz baja con malísima subida al agudo, que nunca terminó en otra cosa que no fuera un grito. Recibió un silencio sepulcral tras su “Ritorna Vincitor”. En “O Patria mía”, hubo unos pequeños aplausos más por vergüenza que de verdadero apoyo. En el final incapaz de seguir en el duo al tenor y ni una nota filada. De lo peor que hemos escuchado últimamente en el Real, que ya es mucho decir.
Radamés fue Alfred Kim, su voz de color baritonal y agudo potente que podría parecer ideal, y así intento cantar su papel, ya que parece un profesional serio, pero no es un cantante capaz de matizar y dar el lirismo necesario a las frases. Su “Celeste Aida” careció del necesario lirismo y legato necesarios, pero terminó con un buen agudo que le valió los aplausos. También se le escuchó por encima de la orquesta en el final “Nume, custode e vindice”. De igual forma terminó bien el tercer acto con un potente “Sacerdote, Io resto a te”. También al final intentó cantar a media voz el “O terra addio” lo que se le agradece por tener a su compañera gritándole al oído. Un loable intento de cantar Radamés que queda ahi.
Daniela Barcellona hace tiempo que sufre la factura del tiempo, y Amneris es un papel exigente. La voz suena desagradable porque el sonido no tiene la continuidad necesaria. Con todo, el papel lo conoce muy bien y lo que la voz ya no da lo suple con manierismos que no escapan a nuestro oído. Así se la noto en “Fu la sorte dell’armi a’ tuoi funesta” y en ”L’aborrita rivale a me sfuggia” donde los graves y el legato se vió comprometido.
Angel Odena fue el Amonasro que últimamente se suele regalar en los teatros, incapaz de parecer ni un padre , ni un Rey vengador. Vociferante, sin ligar el sonido, hizo que “Rivedrai le foreste imbalsamate” no fuera tan prometedor para Aida. Pareció perder voz en algún momento y fue una actuación muy deslucida.
Roberto Tagliavini hizo Ramfis, pero su voz sin los graves necesarios y una voz que no pasa del patio de butacas queda como un pobre Sacerdote. En ”Nume custode e vindice” pareció estar cantando solamente el tenor.
Soloman Howard fue el Rey de Egipto, de voz de bajo real, oscura y de buena linea, comenzó con una buena entrada aunque pareció diluirse un poco en el segundo acto, quizá condenado a cantar siempre desde el fondo del Teatro y en alto, pudo verse algo perjudicado su proyección. Seria interesante escucharle en otros cometidos más amplios por la calidad de su voz.
Sandra Pastrana se escuchó con buena proyección como sacerdotisa, muy agradable su participación.
El maestro Nicola Luisotti no cogió el aire a Aida, dándole un carácter demasiado solemne, más centrado en la Corte que en la historia de amor y celos. Sonó lento y fatigoso. Por cierto que al salir a escena no fue aplaudido, creo que por despiste por los ruidos del público.
En resumen nos quedamos sin Aida, por la falta de la titular pero entre la puesta en escena y algunos cantantes que hicieron cosas interesantes el público se fue contento.

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